El cementerio de Greyfriars en Edimburgo no solo es un lugar de descanso eterno, sino también un testigo de la historia tumultuosa de la ciudad. Entre las historias más emblemáticas se encuentra la del leal perro Bobby, que durante 14 años permaneció junto a la tumba de su amo (y que inspiró un lacrimógeno episodio de la serie Futurama), o la de los oscuros bodysnatchers, ladrones de cadáveres que surtían de materia prima a médicos e investigadores; Sin embargo, la más terrorífica de todas tuvo como protagonista al sanguinario George Mackenzie.
Bloody Mackenzie y los Covenanters
Nacido en la ciudad de Dundee hacia 1636, MacKenzie provenía de una familia con linaje noble. Su educación fue excepcional, asistiendo a prestigiosos colegios y universidades como las de Aberdeen, St Andrews y Bourges en Francia. Su paso por el Colegio de Abogados de Edimburgo en 1659 marcó el inicio de una destacada carrera en la política y la ley, que lo llevó a obtener el título de Sir, convertirse en miembro del Parlamento y ser designado como Lord Advocate. El ascenso de MacKenzie le llevó a ganarse la confianza del Rey, que lo integró como miembro de su consejo privado.
El nombre de George Mackenzie, sin embargo, está íntimamente ligado al de los covenanters, un movimiento de patriotas escoceses presbiterianos que se opuso tenazmente al intento del monarca de imponer el anglicanismo en su territorio. En 1679, alrededor de 1200 de estos covenanters fueron encarcelados en una zona específica del cementerio de Greyfriars, ubicada cerca de la iglesia, mientras esperaban ser juzgados. Este área, compuesta por distintas parcelas de piedra que servían como celdas improvisadas, era conocida entre los habitantes de Edimburgo como los «mortuorios» por sus pésimas condiciones.
Mackenzie, como abogado del rey, desempeñó un papel clave en la persecución y eliminación de estos disidentes, utilizando métodos brutales de tortura que lo inmortalizarían como «Bloody Mackenzie». La ironía histórica fue que él mismo estableció su mauselo en el mismo camposanto, a solos unos metros de aquellos espacios en los que inflingió tantas sesiones de muerte y sufrimiento a sus víctimas.
La profanación de los años 90
A finales del siglo pasado un hecho fortuito desencadenaría, aparentemente, una innumerable sucesión de fenómenos paranormales. Todo comenzó cuando, una noche lluviosa, un hombre sin hogar que buscaba refugio en el cementerio acabó echándose en la zona del mauseoleo de Mackenzie. Unas horas después, este mismo hombre, lleno de heridas y mordiscos, afirmó ante la policía haber sido atacado por un fantasma. A partir de entonces, han surgido más de 300 denuncias policiales relacionadas con supuestos ataques de este espíritu inquieto en la misma zona.
Testimonios de visitantes y residentes cercanos al cementerio hablan de experiencias inexplicables, sensaciones de presencia maligna y, en algunos casos, agresiones físicas que no pueden ser explicadas racionalmente. Hay quien afirma que el lugar es el campo de batalla de unas extrañas energías enfrentadas en un espacio muy reducido: las de los covenanters y su implacable verdugo.
Explorando el misterio y la historia
La leyenda de Bloody Mackenzie y su fantasma agresivo han trascendido las fronteras de la historia para convertirse en parte integral del folclore y la cultura de Edimburgo. Los tours paranormales en Greyfriars atraen a numerosos turistas y entusiastas del misterio, ansiosos por experimentar de cerca la presencia sobrenatural que parece habitar en este antiguo cementerio.